EL EGO DEL EMPERADOR
Un poderoso emperador llamó a un monje, famoso por sus poderes curativos, para que lo ayudase con sus dolores de espalda.
-Buda nos ayudará- dijo el anciano monje-. Pero antes vamos a entender la razón de estos dolores. La confesión hace que el hombre se enfrente a sus problemas, y lo libera de muchas preocupaciones.
Y el monje empezó a preguntarlo todo sobre la vida del emperador, desde cómo trataba a su prójimo, hasta las angustias y aflicciones de su reinado. El emperador, molesto por tener que confesar sus debilidades, se volvió hacia el monje.
-No quiero hablar de esos asuntos. Por favor, traedme a alguien que cure sin hacer preguntas.
El monje salió y volvió media hora después con otro hombre.
-Éste es el hombre que necesitáis- dijo él -Mi amigo es veterinario. No acostumbra a hablar con sus pacientes...
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