RETORNO A LA MEMORIA. Capítulo Dos.




El anciano se encontraba en el final de su vida, una existencia cargada de acontecimientos y experiencias que poco a poco habían abierto su conciencia y formado su personalidad, ofreciéndole la posibilidad de alimentarse en el conocimiento. Acostado en su lecho respiraba con lentitud, como queriendo atesorar unos sorbos más de energía vital.

Fuera de la cabaña las gentes del poblado entonaban, con ritmos acompasados, canciones que hablaban de la sabiduría y la bondad del anciano Anduaka, el último hombre que había convivido con los dioses.

Anduaka estaba acompañado de sus amigos y de sus discípulos más allegados, su familia más cercana, pues la vida de aprendizaje y su compromiso como guardián de las enseñanzas de los dioses no le habían permitido formar nunca una casa con mujer e hijos. Su único linaje venía de las estrellas y se derramaba sobre todo aquel que alguna vez le había conocido y de sus palabras, aprendido.

Itzán, el más joven de sus discípulos, secó con una caricia el sudor de la frente del anciano. Anduaka abrió los ojos y el pequeño Itzán viajó un instante por la gris inmensidad de las pupilas de su maestro. Con un hilo de voz suave y plateado el anciano se dirigió a los presentes.

-...Os tengo que pedir un último favor...

-Lo que desees maestro.- Dijo Itzán acomodando la almohada bajo la cabeza de Anduaka.

-...Llevadme al desierto por última vez...

-Pero Anduaka.- Exclamó el venerable Calcán, amigo y hermano de sangre del anciano desde sus correrías juveniles. -El desierto está a dos días de viaje, estás muy débil para emprender ese camino...

Anduaka miró con cariño a los presentes y cogió en un gesto de afirmación la mano de Itzán.

-Esos dos días, son los que me quedan de estar con vosotros, quiero abandonar esta realidad en el lugar donde la vida me reencontró con mis maestros... se lo debo a ellos...

Continuará...

Posted by Altair | en 19:51

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