MEDITAMUNDO. El Teatro Interior.


Montaigne ya lo señaló, y antes que él muchos otros filósofos: la mente del hombre divaga sin cesar.
Verdadero espejo de nuestros estados emocionales y de nuestras angustias, las más de las veces es inestable, fragmentada, confusa, debilitándonos con sus contradicciones y dudas, así como con el permanente ruido que emite de fondo.
¿Qué es meditar?
Sobre todo es, simplemente, ser consciente de que estamos perdidos, sumergidos en nuestros pensamientos. De hecho, nuestra mente no deja nunca de estar agitada, de preocuparse, de pensar en lo que ha pasado, de esperar o temer lo que va a ocurrir, de no parar de darle vueltas a situaciones felices o conflictivas, reales o imaginarias.
Convertirnos en espectadores de este teatro interior, antes que en actores, es ya entrar en estado meditativo. Gurdjieff, un verdadero iluminado del siglo XX, denominaba a este proceso: el recuerdo de uno mismo. Y el maestro zen Taishen Deshimaru decía que, en el acto de meditar, nuestro gran ego, el que en nosotros busca la calma, la sabiduría, el equilibrio y una conciencia lúcida, contempla a nuestro pequeño ego, agitado, angustiado, engreído, vanidoso...
Esta mirada desde el silencio que nos dirigimos a nosotros mismos, y que los maestros llaman meditación, debería renovarse varias veces al día, lo que conllevaría una verdadera regeneración interior.

Posted by Altair | en 15:57

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