En Orbita Lunar

Las ideas verdaderamente novedosas surgen del sustrato colectivo de imaginación en momentos especiales. Estas ideas no se originan en el individuo, sino en la conciencia colectiva. Toda la creatividad se basa en saltos cuánticos e incertidumbre. Hemos de recurrir a las emociones para infundir sentimiento al pensamiento a fin de que se materialice.

En el plano de la apertura de conciencia, la identificación con determinados arquetipos puede ayudar al crecimiento interior. Sin embargo, al avanzar en el camino que trasciende el concepto de la materia, es necesario alejarse de los arquetipos que han sido tan útiles y buscar los estados que te llevan más allá del sentimiento de individualidad. En este sentido, no basta con descubrir y aceptar el lugar que se ocupa en el tapiz de la vida, sino que conviene aspirar a entrar en contacto con los niveles de conciencia trascendentales y globales que nos harán asumir el sentimiento de pertenencia a la totalidad universal.

¿Quienes somos?. ¿Cual es el sentido de nuestra vida?. ¿Como podemos conseguir una mayor plenitud?. ¿En qué consiste la felicidad?.

Las preguntas eternas que recorren la historia de la filosofía y de todas las religiones laten también en el interior de cada uno de nosotros como una pulsión que nos empuja a la búsqueda de respuestas. No se trata solo de una búsqueda de bienestar sino también de realización en el mundo, de conseguir atrapar, aunque sea por un instante, un destello de sabiduría.

Los caminos para el desarrollo y el crecimiento personal son casi infinitos. Multitud de escuelas, técnicas y terapias nos ofrecen herramientas poderosas para, al menos, vislumbrar el sentido de nuestra vida, los porqués de nuestros laberintos emocionales o la mágica unión que nos enlaza con todo en el universo.

A veces lo conseguimos adentrándonos en la meditación, otras con técnicas corporales o de respiración o incluso desde las diferentes disciplinas psicológicas. Todas ellas pueden llevarnos a una ampliación de conciencia y a la evolución espiritual.

Las cargas cotidianas, las corazas emocionales, la excesiva identificación con el ego o los sinsentidos del pensamiento pueden ser un obstáculo que nos impide tomar las riendas de nuestra vida y llenarla de sentido.

Somos mucho más que cuerpo y mente, hay una mar de energía universal en cada uno de nosotros que podemos descubrir y avivar. El camino será único para cada uno, basta con tirar del hilo para hallar mucho más de lo que buscábamos. Son muchos los senderos que podemos seguir para descubrir quiénes somos en realidad tras la máscara que tantas veces usamos para mostrarnos al mundo y con la que llegamos a identificarnos peligrosamente.

"Somos polvo de estrellas", dijo Carl Sagan y, siendo así, estaría bien que alzáramos la mirada al cielo cuando estemos desorientados. Será lo mismo que mirar a nuestro interior.

El silencio ayuda al practicante de Reiki a percibir con claridad lo que se encuentra más cerca de él, y a observar su patrón de pensamiento. A través del silencio, un practicante de Reiki se prepara para el reencuentro con la conciencia, esa propiedad de su espíritu que le permite reconocer sus atributos esenciales y el conocimiento reflexivo de las cosas. La ausencia de sonidos es la música del yo, el primer gesto, el ámbito en el que todo está por descubrir y en el que todo se manifiesta con su propia cadencia.

El reencuentro con el silencio y la conciencia, esta desaceleración de nuestra estridente atmósfera cotidiana, significa comenzar a identificar las energías que nos rodean, el modo de atraerlas o rehuirlas, y cuáles precisamos para ubicarnos adecuadamente.

Vagamos
atraídos
en un viaje fractal.

Percibimos una secuencia de tiempo inexacto,
un juego de sombras chinas.
Luz oscilando en espiral.

La consciencia local nos atrapa
en la linealidad de los sucesos,
uno tras otro
perpetua laberintos y oráculos.

Nos anochece

con un cruel sortilegio.

Un destello futuro

pulsa las posibilidades.
Replica un escenario onírico

donde estoy multiplicado.

Fuera de mí
todo ocurre a la vez.
Se cohesionan los átomos

en materia de sueños.
Se confunden los estratos

de realidades paralelas.

De todo lo posible y lo imposible

mi visión solo revela
pequeños fragmentos,
incertidumbres,
un enigma dentro de otro enigma.

El sentido de lo invisible nos habla de la magia de la realidad, de la posibilidad de buscar en nuestro interior el camino de la esencia más profunda. Nos habla de la transformación de nuestros pensamientos y a través de ellos, de la modificación de la realidad. También nos habla de nuestro lugar en el universo, somos parte de ese flujo cósmico que mueve lo estados de conciencia para configurar nuevas realidades. Somos emoción, pensamiento, energía, frecuencia y movimiento. El sentido de lo invisible también nos enseña que la libertad interior llega cuando aprendemos a no juzgar, esa libertad nacida de la comprensión de que todos en el universo, somos lo mismo, células cósmicas en constante evolución desarrollando ese mismo cosmos inabarcable.

La revelación

aflora en sutiles detalles

y la receptividad es dolorosa

cuando entra en contacto

con los abrasivos misterios

que las personas ocultan

en su interior.

Hendidas sus piedras

por grietas dentadas

la conciencia

hiere mi permanencia

en la totalidad.

El universo es ahora

un lenguaje cifrado.

Estamos en una habitación a oscuras,
palpamos los objetos, las sensaciones,
de una manera imaginal.

Proyectamos el mundo,
establecemos patrones,
cálculos de realidad constante.
Un nodo a modo de aguja

donde converge el submundo con la nada.

Cicatrices inmateriales
por donde entra y sale la vida.

Decodificamos la energía

para convertirnos en materia,
para poder confluir en un estado sólido

donde susurrarnos palabras.

Anhelamos fotografiar el alma en los otros,
para reflejarnos,
para resonar con ellos,
para no sentirnos solos…

Traducimos los signos del quantum,
y hacemos visible lo invisible.

Clausura

para lo interior

de mí mismo.

Cuando todo lo que existe

parece querer venir

hacia mi nada,

dejo de buscar

los soles inmensos.

Dejo de trazar

con mis manos los signos

que ordenan el pensamiento

y la arquitectura celeste.

Tumba íntima

desde donde nos miran

las estrellas.

LA NADA.

Posee en su estado primordial un potencial puro de información e in-formación que desarrolla movimientos energéticos.

PULSIÓN CÍCLICA.

Colapso energético que configura multitud de alteraciones vibratorias en el potencial de la Nada.

CONCIENCIA UNIVERSAL = EXPANSIÓN CREADORA.

Creación de universos en todos los estados dimensionales, de vibración energética, realidad y materia.

SER HUMANO = ESENCIA.

Capacidad de auto observación de la Nada en su expansión creadora. La propia obsevación retroalimenta el potencial puro y la pulsión cíclica de la Nada.

INFORMACIÓN.

Patrones energéticos de lo que se puede desarrollar a partir de la Nada.

IN-FORMACIÓN.

Capacidad de la Nada de auto formación y desarrollo de los patrones energéticos que crean la existencia, desde un átomo hasta una galaxia.

Intentamos comprender

la complejidad de lo que somos,
salimos del interior para observarnos desde afuera,
nos orbitamos para ser objetivos en la autoobservación.
Emergemos.

Somos una pequeña sinfonía de ondas fluctuantes que conforman los filamentos de la materia. Un sistema perfecto de ensoñación y misterio.

Cresta a cresta creamos armónicos, frecuencias,
pulsos de naturaleza invisible que bailan a nuestro alrededor.
Oleadas de pensamientos resonando en el vacío.
Memorias selectivas.

Aunque cerremos los ojos
y permanezcamos ignorantes a la gran obra,
la orquesta del cerebro sigue funcionando , no descansa.
Algo de nosotros coopera inconscientemente en la gestación de la trama de la vida.
Imaginamos mundos futuros.

El universo físico es la transformación de una de las frecuencias vibratorias de la Nada. La frecuencia más afín a este estado de materia.

Esa mutación es inmedible en instantes o distancias humanas pues tiene lugar en un estado de vibración muy diferente al que nosotros conocemos, por lo tanto no somos capaces de percibirlo en nuestra realidad.

Sólo puede entrar en unas limitadas posibilidades de comprensión cuando nos detenemos y desde el silencio observamos nuestra propia naturaleza enigmática. Somos las neuronas espejo de la Nada, recreándose en latidos materiales.

Para intentar comprender la transformación de la Nada en realidad material, sólo tenemos la posibilidad de traducir esa información en parámetros de espacio y tiempo, utilizando estos conceptos como asidero para poder desarrollar con nuestros razonamientos lo que de otra manera no podríamos aspirar a entender, pues dependemos de nuestra mente y esta, de nuestros sentidos físicos para traducir los estímulos, los destellos en datos que podamos, desde nuestras grandes limitaciones, ordenar con sentido.

La transformación de la Nada organiza su energía en frecuencias que forman todos los estados reales de la materia. La realidad física siempre tendrá un movimiento vibratorio más lento y por lo tanto más denso que la energía de la Nada antes de su mutación.

La Nada no se organiza atómicamente, pues su naturaleza vibratoria siempre será más sutil que el átomo más básico, porque cuando se transforma en átomo, ya es materia.

Lo más parecido a la naturaleza de la Nada es la energía que posee un átomo en el espacio "vacío" entre el núcleo y los electrones.

El cambio de frecuencia de la Nada desarrolla las corrientes de realidad y su elección desde nuestros flujos de pensamiento organiza la energía para que se vayan formando dos niveles de realidad, uno compartido y consensuado por todos los seres pensantes y otro específico, para cada uno de nosotros, neuronas espejo de la Nada.

-Anduaka-

En los animales

la palabra no existe,

no hay vocablos

que contaminen

su percepción.

Soy ese tigre,

piel delineada

negro y arena.

Mi búsqueda

no conoce la ternura.

Duele

en torbellinos encriptados

de conciencia,

en mil rostros olvidados

que se alimentan ávidos

desde las eras.

Duele

en el centro hundido,

en el centro lacerado

de mi personalidad

que se zambulle cotidiana

en un oscuro y total

olvido.

Duele

con esa sensación sorda

de tiempo ilimitado

que se asocia a la caída,

con una sensación desalojada

de descenso eterno.

Mi búsqueda

no conoce la ternura,

sólo es una voz grávida

nacida del mismo magma

del que salieron los planetas.

Pronunciada en oración

sobre las gemas cantantes

de las estrellas dispersas.

Si intentas despertar, si buscas, se abre una grieta por donde entra la conciencia mágica, animista, que nos conecta con todo lo vivo.

Algo que no sabemos qué es, pero reconocemos internamente. Un canal que hemos cerrado hace tiempo al alejarnos de la naturaleza, de la Diosa madre.

En el principio de los tiempos el hombre primitivo reconocía las señales del mundo, estaba abierto a la comunicación, escuchaba el latido de las piedras, el silbido de las plantas o la vibración animal de las especies. Interpretábamos mensajes de agua y viento, nos relacionábamos con la Tierra y éramos capaces de atraer la lluvia con una suave invocación, estábamos sumergidos en la biodiversidad con la mente abierta a lo invisible.

Ahora éste vínculo está en estado de hibernación,
pero todo lo que respira emite señales, se expresa, late,
genera ondas de información-expansión.
Todo movimiento interactúa.

No hay individuo detrás de la conciencia mágica, no hay inteligencia, no hay yo, no hay tú, sólo hay nosotros, lo colectivo está pidiendo paso, está llamando a las puertas a través de la grieta.