En Orbita Lunar

Con frecuencia, la sociedad ha menospreciado la manifestación del potencial creativo del individuo. No le prepara para tener ideas, es más, un individuo con ideas nuevas suele ser incómodo y hasta puede ser considerado peligroso para la sociedad. Más bien se le intenta meter en vereda. ¿No fue condenado a muerte Galileo por afirmar que la tierra era redonda?

Muchas religiones consideran la imaginación como un valor claramente negativo y destructivo. Muchos gobiernos encarcelan a pintores y poetas porque se sienten amenazados por su creatividad. La misma sociedad critica en muchas ocasiones al ser creativo tachándole de loco o soñador. Muchas personas sienten envidia pensando que la capacidad de crear es un don reservado a unos pocos privilegiados.

Por esa razón el individuo ofrece generalmente una fuerte resistencia al cambio. Las razones que le inducen a resistirse están en lo más profundo del Yo. Cualquier transformación engendra angustia y predispone al hombre a defenderse, a resistir. Es triste decir que, en gran medida, nosotros representamos el mayor freno a nuestra creatividad. ¿Cómo?

No confiando en nosotros mismos y refugiándonos en lo ya conocido.

Mostrando un espíritu crítico exagerado, que nos lleva a menospreciar nuestros hechos y acciones.

Manteniendo una fuerte tendencia al racionalismo, que nos conduce a no aceptarnos como somos.

Adquiriendo un grado muy elevado de especialización. Para que las ideas y las preguntas no se agoten, es preciso conocer otros campos ajenos al suyo.

Desesperándose de buenas a primeras ante la necesidad constante de resultados inmediatos. La primera idea no suele ser necesariamente la mejor, y la suspensión del juicio es necesaria para la eclosión de la intuición y la puesta en marcha de la energía creativa.

Sólo nosotros podemos sacar a la luz nuestro poder creativo y transformar la energía pura en manifestaciones enriquecedoras para nosotros y para el Universo. No limitemos a nuestro Yo Interior.