En Orbita Lunar

Las ideas verdaderamente novedosas surgen del sustrato colectivo de imaginación en momentos especiales. Estas ideas no se originan en el individuo, sino en la conciencia colectiva. Toda la creatividad se basa en saltos cuánticos e incertidumbre. Hemos de recurrir a las emociones para infundir sentimiento al pensamiento a fin de que se materialice.

En el plano de la apertura de conciencia, la identificación con determinados arquetipos puede ayudar al crecimiento interior. Sin embargo, al avanzar en el camino que trasciende el concepto de la materia, es necesario alejarse de los arquetipos que han sido tan útiles y buscar los estados que te llevan más allá del sentimiento de individualidad. En este sentido, no basta con descubrir y aceptar el lugar que se ocupa en el tapiz de la vida, sino que conviene aspirar a entrar en contacto con los niveles de conciencia trascendentales y globales que nos harán asumir el sentimiento de pertenencia a la totalidad universal.

¿Quienes somos?. ¿Cual es el sentido de nuestra vida?. ¿Como podemos conseguir una mayor plenitud?. ¿En qué consiste la felicidad?.

Las preguntas eternas que recorren la historia de la filosofía y de todas las religiones laten también en el interior de cada uno de nosotros como una pulsión que nos empuja a la búsqueda de respuestas. No se trata solo de una búsqueda de bienestar sino también de realización en el mundo, de conseguir atrapar, aunque sea por un instante, un destello de sabiduría.

Los caminos para el desarrollo y el crecimiento personal son casi infinitos. Multitud de escuelas, técnicas y terapias nos ofrecen herramientas poderosas para, al menos, vislumbrar el sentido de nuestra vida, los porqués de nuestros laberintos emocionales o la mágica unión que nos enlaza con todo en el universo.

A veces lo conseguimos adentrándonos en la meditación, otras con técnicas corporales o de respiración o incluso desde las diferentes disciplinas psicológicas. Todas ellas pueden llevarnos a una ampliación de conciencia y a la evolución espiritual.

Las cargas cotidianas, las corazas emocionales, la excesiva identificación con el ego o los sinsentidos del pensamiento pueden ser un obstáculo que nos impide tomar las riendas de nuestra vida y llenarla de sentido.

Somos mucho más que cuerpo y mente, hay una mar de energía universal en cada uno de nosotros que podemos descubrir y avivar. El camino será único para cada uno, basta con tirar del hilo para hallar mucho más de lo que buscábamos. Son muchos los senderos que podemos seguir para descubrir quiénes somos en realidad tras la máscara que tantas veces usamos para mostrarnos al mundo y con la que llegamos a identificarnos peligrosamente.

"Somos polvo de estrellas", dijo Carl Sagan y, siendo así, estaría bien que alzáramos la mirada al cielo cuando estemos desorientados. Será lo mismo que mirar a nuestro interior.

El silencio ayuda al practicante de Reiki a percibir con claridad lo que se encuentra más cerca de él, y a observar su patrón de pensamiento. A través del silencio, un practicante de Reiki se prepara para el reencuentro con la conciencia, esa propiedad de su espíritu que le permite reconocer sus atributos esenciales y el conocimiento reflexivo de las cosas. La ausencia de sonidos es la música del yo, el primer gesto, el ámbito en el que todo está por descubrir y en el que todo se manifiesta con su propia cadencia.

El reencuentro con el silencio y la conciencia, esta desaceleración de nuestra estridente atmósfera cotidiana, significa comenzar a identificar las energías que nos rodean, el modo de atraerlas o rehuirlas, y cuáles precisamos para ubicarnos adecuadamente.

Vagamos
atraídos
en un viaje fractal.

Percibimos una secuencia de tiempo inexacto,
un juego de sombras chinas.
Luz oscilando en espiral.

La consciencia local nos atrapa
en la linealidad de los sucesos,
uno tras otro
perpetua laberintos y oráculos.

Nos anochece

con un cruel sortilegio.

Un destello futuro

pulsa las posibilidades.
Replica un escenario onírico

donde estoy multiplicado.

Fuera de mí
todo ocurre a la vez.
Se cohesionan los átomos

en materia de sueños.
Se confunden los estratos

de realidades paralelas.

De todo lo posible y lo imposible

mi visión solo revela
pequeños fragmentos,
incertidumbres,
un enigma dentro de otro enigma.

El sentido de lo invisible nos habla de la magia de la realidad, de la posibilidad de buscar en nuestro interior el camino de la esencia más profunda. Nos habla de la transformación de nuestros pensamientos y a través de ellos, de la modificación de la realidad. También nos habla de nuestro lugar en el universo, somos parte de ese flujo cósmico que mueve lo estados de conciencia para configurar nuevas realidades. Somos emoción, pensamiento, energía, frecuencia y movimiento. El sentido de lo invisible también nos enseña que la libertad interior llega cuando aprendemos a no juzgar, esa libertad nacida de la comprensión de que todos en el universo, somos lo mismo, células cósmicas en constante evolución desarrollando ese mismo cosmos inabarcable.

La revelación

aflora en sutiles detalles

y la receptividad es dolorosa

cuando entra en contacto

con los abrasivos misterios

que las personas ocultan

en su interior.

Hendidas sus piedras

por grietas dentadas

la conciencia

hiere mi permanencia

en la totalidad.

El universo es ahora

un lenguaje cifrado.

Estamos en una habitación a oscuras,
palpamos los objetos, las sensaciones,
de una manera imaginal.

Proyectamos el mundo,
establecemos patrones,
cálculos de realidad constante.
Un nodo a modo de aguja

donde converge el submundo con la nada.

Cicatrices inmateriales
por donde entra y sale la vida.

Decodificamos la energía

para convertirnos en materia,
para poder confluir en un estado sólido

donde susurrarnos palabras.

Anhelamos fotografiar el alma en los otros,
para reflejarnos,
para resonar con ellos,
para no sentirnos solos…

Traducimos los signos del quantum,
y hacemos visible lo invisible.

Clausura

para lo interior

de mí mismo.

Cuando todo lo que existe

parece querer venir

hacia mi nada,

dejo de buscar

los soles inmensos.

Dejo de trazar

con mis manos los signos

que ordenan el pensamiento

y la arquitectura celeste.

Tumba íntima

desde donde nos miran

las estrellas.

LA NADA.

Posee en su estado primordial un potencial puro de información e in-formación que desarrolla movimientos energéticos.

PULSIÓN CÍCLICA.

Colapso energético que configura multitud de alteraciones vibratorias en el potencial de la Nada.

CONCIENCIA UNIVERSAL = EXPANSIÓN CREADORA.

Creación de universos en todos los estados dimensionales, de vibración energética, realidad y materia.

SER HUMANO = ESENCIA.

Capacidad de auto observación de la Nada en su expansión creadora. La propia obsevación retroalimenta el potencial puro y la pulsión cíclica de la Nada.

INFORMACIÓN.

Patrones energéticos de lo que se puede desarrollar a partir de la Nada.

IN-FORMACIÓN.

Capacidad de la Nada de auto formación y desarrollo de los patrones energéticos que crean la existencia, desde un átomo hasta una galaxia.

Intentamos comprender

la complejidad de lo que somos,
salimos del interior para observarnos desde afuera,
nos orbitamos para ser objetivos en la autoobservación.
Emergemos.

Somos una pequeña sinfonía de ondas fluctuantes que conforman los filamentos de la materia. Un sistema perfecto de ensoñación y misterio.

Cresta a cresta creamos armónicos, frecuencias,
pulsos de naturaleza invisible que bailan a nuestro alrededor.
Oleadas de pensamientos resonando en el vacío.
Memorias selectivas.

Aunque cerremos los ojos
y permanezcamos ignorantes a la gran obra,
la orquesta del cerebro sigue funcionando , no descansa.
Algo de nosotros coopera inconscientemente en la gestación de la trama de la vida.
Imaginamos mundos futuros.

El universo físico es la transformación de una de las frecuencias vibratorias de la Nada. La frecuencia más afín a este estado de materia.

Esa mutación es inmedible en instantes o distancias humanas pues tiene lugar en un estado de vibración muy diferente al que nosotros conocemos, por lo tanto no somos capaces de percibirlo en nuestra realidad.

Sólo puede entrar en unas limitadas posibilidades de comprensión cuando nos detenemos y desde el silencio observamos nuestra propia naturaleza enigmática. Somos las neuronas espejo de la Nada, recreándose en latidos materiales.

Para intentar comprender la transformación de la Nada en realidad material, sólo tenemos la posibilidad de traducir esa información en parámetros de espacio y tiempo, utilizando estos conceptos como asidero para poder desarrollar con nuestros razonamientos lo que de otra manera no podríamos aspirar a entender, pues dependemos de nuestra mente y esta, de nuestros sentidos físicos para traducir los estímulos, los destellos en datos que podamos, desde nuestras grandes limitaciones, ordenar con sentido.

La transformación de la Nada organiza su energía en frecuencias que forman todos los estados reales de la materia. La realidad física siempre tendrá un movimiento vibratorio más lento y por lo tanto más denso que la energía de la Nada antes de su mutación.

La Nada no se organiza atómicamente, pues su naturaleza vibratoria siempre será más sutil que el átomo más básico, porque cuando se transforma en átomo, ya es materia.

Lo más parecido a la naturaleza de la Nada es la energía que posee un átomo en el espacio "vacío" entre el núcleo y los electrones.

El cambio de frecuencia de la Nada desarrolla las corrientes de realidad y su elección desde nuestros flujos de pensamiento organiza la energía para que se vayan formando dos niveles de realidad, uno compartido y consensuado por todos los seres pensantes y otro específico, para cada uno de nosotros, neuronas espejo de la Nada.

-Anduaka-

En los animales

la palabra no existe,

no hay vocablos

que contaminen

su percepción.

Soy ese tigre,

piel delineada

negro y arena.

Mi búsqueda

no conoce la ternura.

Duele

en torbellinos encriptados

de conciencia,

en mil rostros olvidados

que se alimentan ávidos

desde las eras.

Duele

en el centro hundido,

en el centro lacerado

de mi personalidad

que se zambulle cotidiana

en un oscuro y total

olvido.

Duele

con esa sensación sorda

de tiempo ilimitado

que se asocia a la caída,

con una sensación desalojada

de descenso eterno.

Mi búsqueda

no conoce la ternura,

sólo es una voz grávida

nacida del mismo magma

del que salieron los planetas.

Pronunciada en oración

sobre las gemas cantantes

de las estrellas dispersas.

Si intentas despertar, si buscas, se abre una grieta por donde entra la conciencia mágica, animista, que nos conecta con todo lo vivo.

Algo que no sabemos qué es, pero reconocemos internamente. Un canal que hemos cerrado hace tiempo al alejarnos de la naturaleza, de la Diosa madre.

En el principio de los tiempos el hombre primitivo reconocía las señales del mundo, estaba abierto a la comunicación, escuchaba el latido de las piedras, el silbido de las plantas o la vibración animal de las especies. Interpretábamos mensajes de agua y viento, nos relacionábamos con la Tierra y éramos capaces de atraer la lluvia con una suave invocación, estábamos sumergidos en la biodiversidad con la mente abierta a lo invisible.

Ahora éste vínculo está en estado de hibernación,
pero todo lo que respira emite señales, se expresa, late,
genera ondas de información-expansión.
Todo movimiento interactúa.

No hay individuo detrás de la conciencia mágica, no hay inteligencia, no hay yo, no hay tú, sólo hay nosotros, lo colectivo está pidiendo paso, está llamando a las puertas a través de la grieta.

Lo que queda de nosotros
entra en lo incognoscible.

Esfera que acumula la vacuidad
y la medida exacta de los cielos.

Bajo cúpulas celestes
desandamos caminos imaginarios,
países mentales donde solo se ven sombras.

Nos sentimos como extranjeros
anhelando una tierra distante,
una ruta a las estrellas.

En mi descansa la memoria del mundo,

como una lámpara apenas encendida.

Tendido bajo el cielo nocturno de Vega

confluyen los restos de mi pasado, las cábalas de mi futuro.

Uno es en si mismo la memoria,

desde el viaje embrionario a través de la frágil luz,

hasta la pérdida de cada uno de los siete cuerpos solares.

La luz es la tentación,

emite signos igual que líneas de la mano,

brillantes reflejos que nos traspasan en la antecámara del sueño.

Se confabula el universo para despertarnos,

pero amamos tanto ésta densidad

que permanecemos ocultos en la caverna.

Construimos laberintos para no alcanzarnos,

urdimos un engaño que nos encadena

en la destrucción cíclica de nuestros cuerpos,

una dulce inmortalidad que nos acompañara para siempre en éste largo viaje...

En esta trama de vacíos sucesivos

los números son arpegios de plata

que arañan la esperanza

y su sentido.

Las ecuaciones hablan

de orígenes y desplazamientos.

Estamos unidos

en un apasionado abrazo

gravitacional.

Insertos

en la trama

del universo.

El habla no puede articular las verdades más profundas de la conciencia ni puede transmitir la prueba sensorial y autónoma de la flor, el rayo de luz o el canto del pájaro al amanecer. El lenguaje no sólo es incapaz de revelar estas cosas sino que se esfuerza por hacerlo, por acercarse más a ellas, por adulterar y corromper lo que el silencio, lo que las inexplicables y silenciosas visitaciones de la libertad y el misterio del ser, pueden comunicarnos en momentos privilegiados. Tales intuiciones trascendentales tienen fuentes más profundas que el lenguaje.

Ahuyentar las palabras

llenándolas de silencio,

respirando desde mi memoria

un tenue aroma a inmortalidad.

Evolucionamos y nos reencontramos en un vasto océano de pensamientos. En el plano existencial que nos rodea se agitan sin cesar las fuerzas mentales.

Esta revolución energética necesita liberación y la expresión creativa es uno de los canales para que esta liberación suceda. El ser humano se hace sensible a esta liberación propiciando el intercambio de información con su entorno, formando campos de fuerza creativa. Somos portadores y emisores de energía. Emitimos, por lo cual tenemos la capacidad de afectar, alterar o influenciar el plano de existencia en el que nos encontramos, con nuestras fuerzas mentales, con la energía que emana de nuestro cuerpo y de nuestro pensamiento.

Somos creadores.

Si explicamos la vida como una consecuencia exclusiva de una dinámica lineal, es difícil de entender la aparición de la conciencia, la intuición, la sinergia, la creatividad, el papel de las emociones y de los sentimientos en la producción del conocimiento y en el desarrollo de la evolución consciente.

La esencia del hombre es la apertura al campo de energía creativa que fluye desde la armonía, sincronicidad o relación entre los diversos elementos que conforman la realidad. En la medida que el hombre reconozca en sí mismo esa energía y en la medida en que se abra su pensamiento y su actuación a la realidad que está creando y le rodea, podrá sincronizarse con la energía que emerge de sí mismo e interactúa con el universo circundante que de este modo va constituyendo.

Todo cuanto existe en el universo físico tiene su origen en el pensamiento, luego es plasmado en la materialización de las ideas a través de los canales de la expresión creativa. El poder creador, las fuerzas mentales, el poder de atracción de la mente y la energía mental nos colocan frente a un universo lleno de significados y unificado a los diferentes planos de existencia gracias a la energía del pensamiento, capaz de producir ondas vibracionales que sacan al vacío de su estado inicial y producen un cambio activo en el flujo de las múltiples realidades.

De la relación que surge entre la mente y la creación, entre la creación y la realidad, se produce un campo energético que afecta al universo, al mismo tiempo que nos afecta a nosotros mismos por ser los impulsores de esa energía y parte de ese mismo universo.

El universo no sólo está hecho de cuerdas vibrantes, de partículas elementales y átomos, sino que está constituido por una unión de campos de realidad continuos y fuerzas que llevan información a la vez que energía.

De aquí se desprende que toda acción ejecutada, bien sea pensada, ideática, toda vibración emocional, sentimental, afectiva o basada en la activación de la voluntad, ocupan un espacio que afecta el campo de energía, por insignificante que pueda parecer y afecta al campo energético que nos rodea, al mismo tiempo que nos afecta a nosotros mismos por ser parte integrante, holística y dinámica de ese mismo sistema llamado universo.

Además de la materia y de la energía, en el universo también hay información activa y efectiva que conecta todas las cosas en el espacio y el tiempo. Esto indica que hay un vacío activo o vacío cósmico que contiene la energía producida por la emisión de ondas, de manera que cualquier acto pensante, actuante, afectivo o intencional, es una descarga de energía que afecta al vacío y produce ondas que se interrelacionan entre si. En estas ondas hay que ubicar la creatividad como una energía que fluye del pensamiento, de la voluntad, de la afectividad, de la intencionalidad. Por eso la creatividad es dinamismo, acción continua, proceso, energía, movimiento cíclico.

Una abrazo líquido

percibe cada gota de mi materia,

acude como el tiempo

en un breve reflejo.

El mañana es líquido.

Lo que está oculto

jamás podrá descubrirse,

menos aún definirlo.

Si hay otras verdades

lo igual olvida

es nada.

Aunque rompa mis palabras,

todo cuanto pienso y escribo

descansa en la memoria

del universo.

Parece que todo el viaje que he hecho hasta ahora, sólo ha sido para traerme hasta aquí. Bajo este universo indescifrable.

He sido jinete de dragón en el reino de la fantasía. Noches de piel y cuero huyendo hacia la rebeldía. He escrito versos con música de viento y he pintado delfines atravesando la madrugada...

Hubo un tiempo en que imploré palabras sabias a otras civilizaciones. Ahora intento recorrer los caminos invisibles de la energía.

Me han llamado extranjero, soñador, diferente, sanador... Me han dicho que no era de este mundo. He sido ruido y piedra en muchas ocasiones. En otras vacío y silencio interior.

Soy el recuerdo de tantas conciencias, inercia inacabable, expansión sin límites mientras dure esta pulsión.

Soy Nada y en mi movimiento soy Todo, un árbol, un pájaro, la araña y su propia tela. ¿Porqué llamamos mar al agua, porqué le llamamos ola, si todo es agua?

Cuando creamos los nombres, limitamos nuestras visiones.

Las visiones nos hablan de la realidad, de la ficción que estructuramos para poder respirar.

Como seres humanos todo es atravesado por nuestro filtro, que humaniza y empequeñece, complica y jerarquiza lo inacabable.

Creamos ideas para controlar a nuestros iguales, para controlar nuestro propio miedo. No deseamos la libertad por que esa misma libertad requiere una comprensión que nos hace daño.

Así creamos dioses, leyes, dinero, obligaciones, responsabilidades. Todo ello para no tener que pensar en lo que en realidad somos.

Hay entre nosotros, algunos que se sienten diferentes, se creen más inteligentes y utilizan todo lo establecido para beneficiarse de los demás. Inventan los mandamientos religiosos, los estatutos políticos, discuten, veneran, traicionan y matan, por su parcela de dinero y poder. Siempre son los mismos, aunque se presenten con ideas divergentes y se enfrenten entre ellos.

Eso es una ficción.

El resto hipotecamos la vida... ¡Que es nuestra!... Y la regalamos por una pequeñísima porción del pastel, un sueldo que nos permita navegar por un sistema social establecido por ellos. Caemos en la esclavitud para poder sentirnos normales. Su normalidad, la que han inventado ellos.

Eso es otra ficción.

Ficción o si queremos ilusión, es todo lo que nace de la individualidad como ser consciente. La misma individualidad es una ficción.

El ego, el libre albedrío, las relaciones, las emociones, la mente. Son ilusiones, vehículos para poder expandirnos en esta realidad, para inventarnos una identidad que nos personalice, para esconder nuestra totalidad, para poder compartir nuestra información eterna, aprender y enseñar, recibir y dar.

En el momento en que nos convertimos en entidades individuales, somos observadores de nuestra propia naturaleza, somos un vehículo para el desarrollo de esa naturaleza. Retroalimentamos un proceso creativo circular.

Nacemos, nos desarrollamos, potenciamos nuestra energía, y cuando morimos toda la información regresa a su origen, a la espera de una nueva creación.

La información es común y una individualidad se crea a partir de una suma de informaciones diferentes, de individualizaciones anteriores diferentes.

Eso es la reencarnación, la evolución.

Esta vida que ahora poseo es única, desarrollada a partir de muchas informaciones. Para que ahora sea yo, han tenido que formarse muchas individualidades en este y en otros mundos, en este y en otros universos, en esta y en otras dimensiones. Con toda esa información aparece mi yo. Y esta vida es la única que voy a tener con este yo. Cuando muera seré parte de la información que continuará expandiendo el universo.

Por ese motivo hay que disfrutar, amar, reír, vivir esta vida. Hacer sólo lo que sea imprescindible para realizarse como ser humano, y por supuesto, dejar de ser esclavo de las ficciones de otros.

Por que todo es una ilusión que creamos para aceptar nuestra limitación individual y no pensar en lo que somos en realidad.

Por que somos la Nada y en su movimiento, nos convertimos en el Todo.

-Diario de un Eternauta-

Sigo soñando multitudes

y en sus miradas de noviembre

aún soy el mismo.

Aún soy el mismo

aunque este vértigo en mis venas

reconstruya tantos eclipses baldíos

en amaneceres y presagios.

Amaneceres y presagios

que cambian mi abrigo de piedra

por la piel cristalina

de un camaleón transparente.

Un camaleón transparente

es hechizo de plata

para el paladar silente

de este caminante

ebrio de realidades.

De realidades

la eternidad es inercia,

fluye en vestigios y oportunidades

mientras, los pensamientos crean cadenas

en sincronía con sus probabilidades.

La salud es una armonía que todo lo gobierna, de un modo semejante a como la luna gobierna las mareas. Tan imposible es lograr que un cuerpo sane por medio de manipulaciones externas, como conseguir gobernar el flujo y reflujo de las mareas por medio de desecar los mares. El mayor de los esfuerzos exteriores no consigue realizar, lo que nuestra energía interior sabe hacer con facilidad y con una certeza infalible y providencial. El bienestar no puede ser administrado por vía intravenosa, ni ingerirse a cucharadas de acuerdo con la prescripción facultativa. El bienestar nace de una matriz: el cuerpo-mente. Es un reflejo de la armonía somática y psicológica. El sanador que reside en nuestro interior es la entidad más sabia y más complejamente integrada de cuantas existen en el universo.

La salud no puede recetarse, nace de una actitud: de la aceptación de las incertidumbres de la vida, de la voluntad de responsabilizarse de los propios hábitos, de la manera de percibir y manejar las tensiones, de unas relaciones humanas más satisfactorias, de la sensación de tener un objetivo en la vida.

Nuestra conciencia es como una enorme pantalla blanca. Nuestro inconsciente después de un duro trabajo proyecta sus conclusiones en esa macro pantalla. Y es entonces cuando vemos la deducción de sus cábalas. Pero si tenemos la pantalla ocupada, no podemos ver nada. Una forma de poder despejarla consiste en meditar. De hecho, muchas personas que meditan habitualmente explican que sus ideas más originales les han venido mientras practicaban. Es también habitual que pensamientos brillantes surjan cuando estamos relajados en la cama, antes de dormirnos. En ese momento nuestra pantalla se encuentra más limpia.

Es posible que cuando el inconsciente llegue a su deducción nos encuentre durmiendo. ¿Qué hace entonces? No se espera a que nos despertemos, deja su mensaje dentro del sueño de manera más o menos simbólica. Son muchos los científicos o los escritores que han desenterrado sus descubrimientos de los sueños.

Y no olvidemos que las intuiciones se sienten más que se piensan. Debemos escuchar nuestro cuerpo, parar y notar cómo nos sentimos para saber si las decisiones que tomamos están en consonancia con nuestro yo interno.

Al principio sólo había probabilidades. El universo sólo podía llegar a existir si alguien lo observaba.

No importa que los observadores aparecieran varios miles de millones de años después. El universo existe porque somos conscientes de él.

"Si quieres descubrir los secretos del Universo,

piensa en términos de energía, frecuencia y

vibración."

Intentar comprender la naturaleza del Todo, nos lleva a respetar la Totalidad Universal.

Una insecto, una piedra, un vegetal, un ave, un mamífero, un ser humano, sus esencias se nutren de la misma energía y su unión forma la Totalidad Universal.

¿Por qué un ser humano con libre albedrío, hiere u ofende a un semejante?.

Primero, porque esa es su única realidad materializada a través de su cerebro reptiliano o bulbo raquídeo, donde la primera necesidad es su propia supervivencia sobre cualquier situación, cosa o persona.

Segundo, porque según su nivel de evolución y correspondiente vibración energética, no puede comprender y ni siquiera se llega a plantear el concepto de Totalidad y por supuesto menos aún el concepto esencia, perdiendo así la posibilidad de aprender y asumir que cuando hace una mala acción contra alguien, se está hiriendo a él mismo.

Nuestra esencia nos coloca en el camino de multitud de posibilidades y la conciencia, influida por el ego, como soporte de personalidad desarrollada a través de los mecanismos de la supervivencia humana, nos hace elegir entre algunos de ellos, que según pensemos y sintamos habitualmente, serán constructivos o destructivos para nosotros y para la realidad que creamos en nuestro entorno.

Caído en mí, resucitado,

olvidado de tu sombra,

te puedes expandir

hacia las 100 direcciones,

venerar el fuego que arde

en el núcleo de tu mente,

comprender que la muerte

es un nacimiento sin fin.

En el conjunto de flujos de pensamiento los seres humanos se acercan entre sí debido a la afinidad vibratoria de sus esencias, creando lo que llamamos sincronicidades causales, que si se mantienen en una frecuencia energética afín, darán paso a las sincronicidades reales.

La humanidad está enteramente relacionada, a partir de la construcción de una red fractal formada por la totalidad de sus flujos de pensamiento.

Estamos relacionados según afinidades de vibración, lo cual crea mapas de posibilidades con zonas de correspondencia o "eco", entre las personas a diferentes grados de posibilidad sincrónica.

Estas redes forman los campos mórficos, que vienen a ser la adaptación a escala humana del "instinto colectivo" de los animales.

Dentro de esos campos morfogenéticos, formamos familias de vibración, en las que los componentes se van relacionando durante su camino evolutivo.

Estas familias de esencias, manifestaciones de la Conciencia Universal, en muchas ocasiones no se corresponden con lo que conocemos como familias en este plano de existencia, pues su relación se basa en la afinidad energética.

Los componentes de una familia en la realidad física tienen diferencias, a veces extremas, aunque de alguna manera siempre complementarías con respecto al desarrollo evolutivo que deberán desempeñar en esta realidad.

El flujo de pensamiento de un ser humano se sustenta en su plano astral, mental y emocional, desplegando desde esos estratos la comunión de emociones y sentimientos que formarán los pensamientos y desarrollarán la calidad de sus elecciones entre las posibilidades de las corrientes de realidad que se expanden desde la Nada.

-Anduaka-

Por más buenos que creamos ser, todos funcionamos mediante creencias, motivaciones, aspiraciones, deseos, actitudes y conductas egocéntricas, muchas de las cuales no queremos ver ni reconocer. Por eso, cuando alguien señala nuestros defectos y debilidades solemos ponernos a la defensiva. Más allá de esta reacción primaria, la madurez emocional pasa por comprender y aceptar nuestro lado oscuro, al que los psicólogos llaman "sombra". Paradójicamente, así es como podemos trascenderlo, dejando de proyectar nuestros conflictos internos sobre los demás y sobre el mundo que nos rodea.

Cuando somos dueños de nuestros pensamientos, y no nos dejamos llevar por la "sombra", nos convertimos en los creadores de una experiencia interior de carácter mucho más positivo y creativo. Es decir, somos dueños de nuestras emociones, sentimientos y estados de ánimo. Y al adueñarnos de nuestra experiencia interior nos convertimos en los amos de nuestro destino. Se sabe que nos amamos cuando ningún comentario, hecho o situación provoca que reaccionemos mecánica e instintivamente.

Los miedos están en uno mismo. Uno crea sus miedos. Les da forma, volumen, espacio en nuestra vida, y hasta les otorga poder sobre uno. El peligro en la vida lo crean aquellos temores que no supimos desarraigar a tiempo; aquellos que no enfrentamos en su momento con valor y confianza. Para abandonar los miedos primero deberemos superar la ignorancia.

Las esencias, como manifestaciones de la Conciencia Universal, se comportan a través de las diferentes dimensiones espacio temporales, con variados patrones vibracionales. De este modo en una realidad física, un objeto cuanto mayor sea su densidad atómica, más lenta será su vibración energética y a la vez más lento será su movimiento subatómico, lo que creará también unas ondas de posibilidad más lentas a nivel cuántico.

Por este motivo, diferentes observadores en el plano físico, verán los objetos casi sin variaciones de percepción lo bastante significativas, para comprender que cada observador está decodificando una realidad propia y diferente.

Además para poder apreciar los objetos físicos en esta determinada realidad, nos tendremos que valer de órganos sensoriales también físicos, para interactuar así en este nivel real. Órganos físicos que se acercan al tipo de banda vibratoria del entorno y nos permiten reconocer todo lo manifestado desde nuestra esencia con una relativa objetividad, desarrollada no lo olvidemos, desde nuestra conciencia mental creadora.

Cuando hablamos de niveles vibratorios más altos, el asunto de la percepción se complica, pues estas energías sutiles se alejan cada vez más del patrón vibratorio que conforma nuestro cerebro y nuestros órganos sensoriales.

Esto dificulta la posibilidad de reconocer la presencia de energías más sutiles. Para poder conseguirlo tenemos que elevar nuestra vibración y alterar nuestro nivel de conciencia mental perceptiva. Así podremos acceder a bandas vibratorias cercanas a las de esas otras realidades que coexisten multidimensionalmente, pero que somos incapaces de percibir.

Este acceso concretará esas dimensiones más sutiles porque nosotros transformaremos nuestra realidad y accederemos a esas capacidades mentales que en un estado normal de conciencia no podemos reconocer.

Nos encontramos en la frontera de una nueva manera de pensar, sentir, vivir, estamos asomándonos a nuevos dominios. ¿En qué lenguaje podremos describir cosas que todavía no tienen asignados nuevos nombres? ¿Cómo hablar de sus relaciones? No podemos caer de nuevo en el error de humanizar la naturaleza de lo que aún no entendemos, esas fuerzas a las que estamos intentando abrirnos para poder nombrarlas.

Incluso si nos parece que el tiempo de nuestra civilización está yéndose rápidamente, como la arena de un reloj roto, tenemos que esperar. Pero mientras seguimos esperando, podemos intentar sentir y pensar, como si estuviéramos encontrando el camino de vuelta a casa en el universo. Podemos dejar de seguir desheredándonos a nosotros mismos. Podemos lanzar un desafío a todo el proceso deshumanizador y despersonalizador que está privando a la vida humana de su riqueza simbólica y de su dimensión profunda, y está induciendo en ella una anestesia que exige rodearse de violencia o de horrores y crueldades para poder sentir de vez en cuando algo fuera de la rutina.

En vez de pretender mirar la otra cara de la luna, demasiado lejana para nosotros, podemos intentar conocer la otra cara de nuestra propia mente. La meditación, la música, el canto, las técnicas energérticas aumentan la coherencia y armonía de las frecuencias cerebrales, introducen una mayor sincronía entre los hemisferios, lo que sugiere un orden más elevado de funcionamiento. En ocasiones, el nuevo orden parece reclutar un número creciente de células nerviosas, hasta que todas las regiones del cerebro parecen latir al unísono, como por efecto de una coreografía o una orquestación. Las frecuencias cerebrales de uno y otro lado, generalmente asincrónicas, comienzan a marchar de la mano al mismo paso. Incluso la actividad eléctrica cerebral de las estructuras más antiguas del cerebro pueden mostrar también una inesperada sincronía con el neocórtex.

Este parece uno de los caminos que nos llevará a desarrollar un nuevo sistema de comunicación a través de la comprensión no hablada, decodificando estímulos energéticos situados en el campo de la no localidad. Un nuevo sistema de comunicación basado en lo que sentimos interiormente y no en las palabras que de momento limitan nuestra comprensión.

NO-LOCALIDAD: Conexión entre potencialidades externas al espacio tiempo que pueden afectar a los acontecimientos espacio temporales. La no localidad "existe" en todas partes, porque todo punto en el espacio y el tiempo se puede conectar a través de una no localidad, y en ninguna, porque no es localizable con el nivel de percepción que nos proporcionan nuestros sentidos.

Nuestros prejuicios sociales hacen que hayamos perdido la sana costumbre del abrazo, convirtiéndonos en seres más autómatas y fríos. Olvidamos que desde tiempos inmemoriales el abrazo responde a un lenguaje corporal fascinante y curativo, y a un impulso irremediable por dar y recibir.

Según un reciente estudio necesitamos de cuatro abrazos diarios para sobrevivir, ocho para mantenernos y doce para crecer. La duración de estos abrazos debe ser de más de 6 segundos para que tenga impacto químico en el cerebro.

Los abrazos deshacen la soledad, trasmutan el miedo en esperanza, abren puertas a la integración y nos conectan entre nosotros cohesionando nuestra energía primaria, dando luz a un pequeño universo bidireccional.

Todos necesitamos de los abrazos. En algún lugar leí que los abrazos “no solo no cuestan dinero, además son ecológicos y portátiles…” No encogen, todo lo contrario, con el trascurso de los años se estiran sin fecha de caducidad, un buen abrazo puede durar para siempre, más allá de la muerte física. ¿A qué esperamos?