RETORNO A LA MEMORIA. Capítulo Nueve.

Cuando soy consciente de que he abandonado la luz azul, me encuentro en el centro de una amplia sala circular. Al principio la luminosidad de la estancia me ciega, pero en unos segundos mis pupilas se adaptan a tanta claridad. No estoy solo, hay bastante "gente" que parece ocupada en tareas que requieren mucha concentración. A mi lado, y apoyando su mano en mi hombro, hay un ser muy alto. Mi cabeza está a la altura de su ombligo. Es muy alto, va vestido con un mono de color gris, casi blanco, ajustado y sin costuras. Lleva un cinturón ancho, más claro aún que el resto de su vestimenta y en el lugar en donde tendría que estar la hebilla aparece un dibujo, algo que supongo que es un emblema o símbolo que no consigo recordar. Posee un rostro alargado de facciones muy delicadas con pómulos que le dan un sutil aire oriental. Los ojos desde los que me mira son grandes, un poco rasgados, de un azul parecido al del rayo tractor que me ha traído aquí. Su cabello es largo, liso y luminosamente dorado. Tanto la piel de su rostro como la de sus manos, de delgados y largos dedos, es muy blanca. Está conmigo y no tengo miedo. La sala presenta una serie de pantallas que parecen formar parte de la misma pared, en ellas se pueden observar imágenes de lo que comprendo que son zonas de la Tierra: paisajes, ciudades desde el cielo. En otras aparece el espacio, oscuro en su plenitud: constelaciones, nubes de polvo cósmico, cometas en viaje directo hacia el vacío estelar. Frente a las pantallas hay otros seres, sentados en sillas que son ergonómicas e imposibles a la vez. La altura de estos seres es inferior a la mía. Se mueven con controlada actividad. Cuando andan bambolean sus cabezas calvas, demasiado grandes para su escuálido cuerpo. Su delgadez extrema parece quebradiza y sus enormes ojos, sin pupilas, me miran desde una oscuridad de obsidiana.


Mi acompañante me dice algo que no recuerdo, lo que si me llama la atención es que no mueve los labios. ¡Telepatía!. Me digo a mí mismo. No... Exclama él. La afinidad de energías también es una forma de comunicación. He reducido mi tasa vibratoria y hemos elevado la tuya. Dentro de lo que podemos conseguir con esta manipulación, estamos más o menos en comunión energética, así la comunicación es más fluida. ¿Qué hago aquí?. Pregunto, no me puedo explicar porque estoy en este lugar. Aunque en realidad no hay sorpresa, sólo una leve falta de confirmación. ¡Si no me conocéis!... Cuando termino de pronunciar esta afirmación él sonríe con una dulzura que encuentro familiar. Ven. Me dice, y nos acercamos a una de las pantallas. Pasa la mano frente a ella y se forman unas imágenes que desarrollan una película de mi vida hasta este momento. Aparece una extraña escritura que a primera vista no descifro, pero que cuando la miro por segunda vez, parece que se ha transformado y puedo comprenderla. Datos, fechas, enfermedades, operaciones. Podía abarcar en una ojeada a aquella pantalla, toda mi historia. Esto sólo es para que sepas que siempre estamos aquí. Y que lo único que tienes que realizar conscientemente es un viaje de retorno a la memoria... Sus palabras suenan en mi mente mientras todo mi alrededor se difumina poco a poco, hasta que despierto en mi cama con un eco azul eléctrico en el fondo de mi mirada.



Continuará...

Posted by Altair | en 18:04

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