RETORNO A LA MEMORIA. Capítulo Ocho.

Julio 1978. Sant Boi de Llobregat. Barcelona.

Antonio y yo nos dirigimos a la cima de una colina que se encuentra relativamente cerca de nuestras casas. Es noche cerrada. En la distancia se ven las luces de la población. Hemos salido con la intención de avistar algún ovni. La ufología es una de las pasiones comunes que cimentan nuestra amistad. Antonio lleva una cámara fotográfica, yo unos prismáticos colgados del cuello. Nos hacemos bromas, parece que estamos algo nerviosos. Tenemos quince años, tal vez sintamos miedo, pero las risas pueden deshacer cualquier oscuro presagio. Llevamos tanto rato merodeando por la colina y mirando al cielo que mi nuca empieza a quejarse. Cuando decidimos que ya es tiempo para marchar, observamos movimientos en las estrellas que se sostienen en el firmamento. Hay tres luces que se mueven aproximándose entre ellas. Una luz parece que baja hacia nosotros y las otras dos, una a la izquierda y otra a la derecha se aproximan en rumbo de colisión con la primera. En un segundo se ordenan formando un triángulo. Aún no son muy grandes pero sin duda, su distancia hasta nosotros cada vez es más corta. Ahora si que nos asustamos, olvidamos el motivo de nuestra salida nocturna y emprendemos una disparatada huida

Un momento después me doy cuenta de que estoy corriendo en el aire. No veo a Antonio, sólo floto dentro de un haz de luz metalizada. A medida que me elevo, miro hacia arriba y veo que una enorme media esfera está sobre mí. Es extraño, estoy debajo y a la vez puedo ver lo que pasa desde la distancia, como si poseyera la perspectiva de otro espectador. Estoy flotando bajo media esfera que fluctúa con todos los colores del arco iris y y desde el centro de su base de un intenso naranja, se extiende un haz de luz azul que me sostiene en el aire en una lenta ascensión. A pesar de que intento moverme y no puedo, una sensación de calidez y tranquilidad, como si estuviera sumergido en agua caliente, me envuelve. Veo levitar los prismáticos sujetos a mi cuello por su correa que serpentea al vaivén de olas de ingravidez. Mi cuerpo es recorrido por algo que sólo puedo describir como una corriente eléctrica y me veo a mí mismo de espaldas a mí, flotando en el mismo rayo azul...

Continuará...



Posted by Altair | en 17:23

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