EL PESO DEL ALMA


EN 1927 el doctor Douglas Macdougall postuló su “teoría del peso del alma”, donde explica que toda persona pierde 21 gramos en el último minuto de su muerte, lo que según sus estudios, equivaldría al alma o espíritu que se ha desligado del cuerpo carnal de la persona. Su teoría está basada en experimentos con personas moribundas que fueron pesadas minutos antes de morir y en todas habían perdido la misma cantidad de peso. 21 gramos.

Si nos remontamos miles de años atrás, los egipcios mantenían que para acceder al reino de los muertos, el difunto debía superar la prueba del peso del alma. Si su corazón pesaba más que la pluma de Maat, seria devorado.
El difunto era llevado ante Osiris, que rodeado de 42 jueces presidía la ceremonia del peso del alma.



De entre todas nuestras búsquedas interiores, ésta es sin duda la madre de todas las búsquedas, la respuesta de las respuestas.
Muchas disciplinas se han acercado a intentar resolver el enigma del tránsito vida-muerte, y la existencia del alma. Pero siempre acabamos dándonos con un muro. Nos movemos en el terreno de la especulación, las creencias y la fe.

Los científicos buscan el “bosón de Higgs”, como la religión busca la existencia del alma, y no dudo de que acabarán encontrándolo, pero cuando lo encuentren, tal vez haya todavía partículas más elementales que ésta, y más y más…, da la sensación de que hacia lo pequeño y hacia lo grande no existieran limites, solo infinitud de trasformaciones.

Filósofos, científicos, budistas, religiosos y sociedades esotéricas, han creado un escenario acorde a sus arquetipos, partiendo de premisas aceptadas dentro de sus diferentes perspectivas. Unos dicen que nada queda, otros que el alma migra hacia el paraíso o el infierno , o que en una rueda de vidas, encarnamos una y otra vez, condicionando con nuestros actos nuestra próxima vida, en busca de la trascendencia o el total desapego del “Yo”.


En los años 70, el Dr. Raymond A. Moody popularizo las ECM, experiencias cercanas a la muerte, con miles y miles de personas que decían experimentar un largo túnel y tras él, “el otro lado”, donde les esperaban sus seres queridos y les instaban a volver a la vida.
En cierto modo estas experiencias demostraban a su manera la existencia de una vida después de la vida, esencia de casi todas las creencias humanas.
Pero aunque desde la lógica parece esto posible, no hay que olvidar que son experiencias interiores, donde el testigo es el único que experimenta esta realidad. Su realidad.

Así que al final, en ésta última búsqueda, ni la razón, ni la lógica, ni la metafísica traen una respuesta valida para todos. Cada uno se encuentra cómodo en sus propias respuestas y creencias, y de está premisa nacen múltiples posibilidades de encontrar cierto alivio ante un final que nos espera a todos, un escenario donde se amortiguan nuestros miedos y proyectan nuestras esperanzas de seguir de alguna manera conscientes.

Después de navegar por todas ellas, solo cuando interiorizo, solo cuando encuentro mi silencio, y me siento conectado con “Todo”, siento que nada empieza ni acaba, que todo simplemente “está” de una manera que no llegamos a entender. Lo único cierto y demostrable parece estar detrás del principio de la energía, la cual ni se crea ni se destruye, solo se trasforma. Y si nosotros entendemos que somos energía, cohesionada, vibrante, fluctuante, nuestro destino invariable tras la muerte nos aboca a la trasformación.

Posted by Altair | en 15:38

3 comentarios:

Unknown dijo...

Este fin de semana, una tía a la que quiero mucho me dijo: Intentas buscar respuestas en gente que te dice que las tiene y no te das cuenta de que tú ya lo sabes. Mi búsqueda me llevó por un camino equivocado y me dió un buen susto!! Llevo desde el sábado pensando lo ilógico que es mirar hacia fuera creyendo que la verdad está ahí, sin darme cuenta que soy yo la que formo parte del todo. No es fácil tener seguridad sobre como percibes el universo, yo al menos aun necesito que alguien me diga: Ehh, no estás equivocada, yo también lo siento......( por cierto otra sincronicidad)

Altair dijo...

No hay respuestas, en todo caso caminos para hacernos más preguntas. Igual que no existe la verdad absoluta, sólo infinitas verdades parciales que abarcan pequeñas porciones del enigma de la totalidad. Somos el Todo y en nuestro interior poseemos todas las preguntas y todas las respuestas, esto que parece un tópico se comienza asumir cuando haces del silencio una experiencia cotidiana. Seguramente nuestro trabajo es empezar a recordar toda esa información que poseemos e ir ordenando, dentro de nuestras muchas limitaciones, ese rompecabezas inacabable que es el infinito.
Dile a tu tía, que es una gran maestra. Hazle caso porque habla desde la experiencia. Experimentar, es lo que transforma el conocimiento en sabiduría.
¡¡¡CABALGA EL FLUJO!!!

Altair dijo...

Somos el Todo y en nuestro interior poseemos todas las preguntas y todas las respuestas. Debería haber dicho "caminos", ese flujo de probabilidades que fluctúa a partir de nuestras percepciones. En realidad no "elegimos", percibimos y a partir de nuestra resonancia interior nos adaptamos a una probabilidad concreta. Por lo cual si nos dedicamos exclusivamente a una propuesta de búsqueda interior específica, y nos dedicamos a ella a lo largo de nuestra vida, especializándonos sólo en esa vía de búsqueda, nos limitamos. Hay que abrir el abanico de la resonancia, de la búsqueda interior, no limitarse es acercarse a la única respuesta, aunque la paradoja es que cuando damos un paso hacia ella, ella se mueve también un paso hacia delante. Tenemos que hacer de nuestra búsqueda interior un conjunto de vías de sabiduría que nos mantenga constantemente en el flujo. Tal vez una de las vías más completas sea la meditación, pues es la que más nos acerca a nuestro Yo Interior.
¡¡¡CABALGA EL FLUJO!!!

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