MEDITAMUNDO. No Importa el Lugar.


Es fácil dedicar algún momento a la meditación, a cualquier hora, en el marco de nuestras actividades cotidianas. Sólo dos observaciones:
1 Ser conscientes de que tenemos un cuerpo: para ello, si estamos sentados a la mesa de trabajo, pondremos recta la columna vertebral sin apoyarla en el respaldo, pondremos las manos abiertas sobre los muslos o sobre el escritorio, apoyaremos los pies completamente sobre el suelo y dejaremos de fijar la vista en el ordenador o en los papeles entrecerrando los ojos, lo que nos situará en una mirada centrada a la vez en el exterior y en el interior.
2 Ser conscientes de nuestra respiración: es la clave absoluta para que la meditación tenga éxito.
La mayor parte del tiempo, salvo cuando realizamos un gran esfuerzo que nos lleva al sofoco, no somos conscientes de que respiramos, además, nuestra respiración es débil, se sitúa en la parte superior de los pulmones, y sólo nos sirve para subsistir. De lo que ahora se trata es de amplificar este proceso. Para ello, hay que pasar a un modo de respiración profunda, una respiración lenta y larga cuyo fin se sitúa en el abdomen, en nuestro ombligo. La inspiración se produce entonces naturalmente, de un golpe. Esta respiración es el mejor instrumento que hay para oxigenarse, pero sobre todo para canalizar mejor nuestro universo mental.
La respiración consciente se confunde en efecto con la misma conciencia: cuando respiramos así nos situamos en un estado de atención lúcida, y al salir de ese estado de vigilancia, de esa conciencia de la respiración, vuelve a comenzar el caudal de pensamientos que sólo se ralentiza al hacernos conscientes otra vez de nuestra respiración. Desde la observación de la respiración nos hacemos dueños de nuestro cuerpo y nuestra mente, y con la práctica, accedemos a la calma interior.
Se puede meditar en cualquier sitio, en el trabajo, caminando, en la naturaleza, en la cola del supermercado, basta con recurrir a la respiración profunda y esta nos llevará a esa conciencia sutil que se desarrolla a través de la meditación. Y como decía Gautama Buda: "Cuando inspiro, sé que inspiro. Cuando expiro, sé que expiro".
Vale la pena ser un poco más conscientes.

Posted by Altair | en 18:34

2 comentarios:

Unknown dijo...

Una anecdota: Cuando mi hijo Izan se pone nervioso, siempre le digo " Izan respira hondo, coge aire lentamente y luego lo sueltas, verás como te relajas y ves diferentes las cosas. Ayer a la escuela fue un destista para revisar a los alumnos. Un compañero de Izan le dijo: Izan estoy aterrorizado (tienen seis añitos). Izan le respondió: Tranquilo Olao, respira hondo despacito y luego sueltas el aire, verás como te sientes mejor. Cuando me lo contó por la noche me dijo: Tú siempre me dices que lo haga pero tú no has aprendido a hacerlo. Cuanta razón tiene....Desde ayer tenemos un objetivo juntos: aprender a estar en armonía. Seguro que él será el profesor. Que fácil es para los niños asimilar lo que es natural, sin estar encorsetados por el mecanicismo brutal que nos rodea.

Altair dijo...

Sin duda la conciencia de los niños está mas cerca de su naturaleza energética que la de los adultos, por lo menos hasta que caen en manos de las normas y sistemas educativos basados en la competitividad que rigen en nuestra sociedad. Cuando nos daremos cuenta de que sería más constructivo cultivar la empatía y la colaboración entre nuestros hijos, que los exámenes y las notas que pueden llegar a frustar la creatividad de los niños. La competitividad lleva a la comparación de unos con otros, a la separación, deshace el vínculo de unión, la sensación de que todos somos Uno, refuerza la diferencia, alimenta el ego.

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