En Orbita Lunar

ENVIAR ENERGÍA A OTROS, SIN SU CONSENTIMIENTO. O dicho de otro modo, intentar alterar la realidad de alguien que, según nuestro punto de vista, necesita de nuestra inestimable ayuda.

La mayoría de estos procedimientos se asemejan más a una forma de manipulación que a una verdadera ayuda espiritual.

Primero y principal: si se va a ayudar a otro, hay que asegurarse de que la persona lo solicite. Si esto no se da, estaremos trabajando desde la perspectiva de nuestro propio ego, que en lo más profundo justifica nuestra acción como algo necesario, vulnerando así la libertad de elección del individuo al que pretendemos ayudar. Y no sólo nos inmiscuimos en la realidad elegida por otra persona, sino que el ego nos hace sentir capacitados y en cierta manera superiores por nuestro supuesto conocimiento, a esa persona que intentamos ayudar.

La mayoría de los problemas se crean a partir del nivel vibratorio de la persona, son posibilidades de aprendizaje que se deben solucionar desde el cambio de pautas mentales y emocionales. En numerosas ocasiones son situaciones que producirán en esa persona, si está en ese momento de resonancia, un despertar de la conciencia. Si no hay resonancia, nuestra ayuda sólo servirá para desviar la inercia evolutiva propia de la persona. Podemos percibir esa situación como algo terrible, doloroso, o injusto, pero nuestra interpretación, debido a nuestro propio ego, nunca será correcta ni completa.

El enviar energía a una persona sin que ella lo pida, podría entorpecer o acelerar su ritmo vibratorio personal. Muchas veces nuestra intervención es innecesaria, y la mayoría de ellas, no es más que un deseo egoísta de que esa persona resuelva rápido su problema porque este nos despierta angustia o dolor.

En lugar de enviar indiscriminadamente energía a otros cada vez que percibamos una situación complicada, comencemos por trabajarnos nosotros mismos para que tengamos el valor de no vulnerar, desde nuestro ego, la realidad ni la libertad de elección de nuestros semejantes.